Hoy, me gustaría compartir con ustedes las bendiciones de Dios del pasaje de Juan capítulo 4 que acabamos de leer. En este pasaje, vemos a una mujer Samaritana que se encuentra con Jesús junto a un pozo, y en la conversación que mantienen podemos ver fluir la verdadera Palabra que hace que nunca más volvamos a tener sed. Para ti y para mí que ahora vivimos en este mundo, la mujer Samaritana es también nuestra sombra.
Jesús iba de camino a Galilea cuando se detuvo en Samaria, donde residía esta mujer. De hecho, Jesús lo hizo deliberadamente, yendo al pozo de Jacob y esperarla, para encontrarla. La ciudad Samaritana llamada Sicar, de donde era la mujer, fue donde vivieron Jacob y su hijo José, los antepasados de los israelitas, y allí se conservó el pozo de Jacob.
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